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viernes, 4 de julio de 2014

11 reglas para un desayuno saludable

Ya sea que quieras bajar de peso o simplemente llevar una vida más sana, es importante seguir ciertas reglas. 

Es imposible seguir siempre una dieta o una receta, menos para desayunar, que suele hacerse deprisa y justo cuando se va a empezar el día, pero puedes seguir estos consejos y así tener siempre un buen desayuno.



1. Que sea alcalino

No empieces el día con un desayuno ácido. Evita las frituras, el jitomate, el exceso de azúcar y la cafeína. Si necesitas despertarte, come una manzana o un té, ya sea blanco o de algún cereal, tienen el mismo efecto que un café, pero son más sanos y menos agresivos para tu estómago. 



Si por las mañanas te despiertas con mal sabor en la boca, estás siguiendo una dieta demasiado ácida. Toma en ayunas una limonada tibia, sin azúcar, y empieza a sentirte mejor.


2. No combines dulce y salado

Si vas a desayunar algo dulce, no lo combines con algo salado. Cuando hace mucho calor o después del gimnasio es bueno desayunar fruta. Procura que sea una sola fruta y no comer nada más.


Puedes hacerte un plato de fruta, o un jugo o una malteada, pero si además te comes un sandwich o un par de huevos, por ejemplo, deja de ser un buen desayuno.


Los azúcares de las frutas pasan muy poco tiempo en el estómago porque son fáciles de digerir —por eso es que son un aporte rápido de energía—. Pero si el estómago está ocupado con otros alimentos, entonces estos azúcares se fermentan y provocan inflamación.
Si crees que desayunar sólo fruta no será suficiente, deja pasar 20 minutos entre la fruta y el resto de tu desayuno.


3. Come muchos carbohidratos

Los carbohidratos son, según muchos dietistas, los grandes culpables de que no bajemos de peso. Esto no sólo es falso, isno que además evitarlos es poco saludable.


Debes comer comer carbohidratos. De hecho, dos terceras partes de lo que comas deben ser carbohidrados. El secreto es escoger los que son buenos para ti. 


Cambia tus pastas y arroz por cereales integrales. Come avena, quinoa, amaranto, cebada, en fin, hay mucho de donde escoger. Evita los cereales refinados y los productos muy elaborados. Existen muchas opciones de pan de calidad, y productos ricos en carbohidratos complejos que te darán energía, cuidarán tu salud y te harán sentir mejor.


4. Que no falten grasas y proteínas

Cuando nuestro cuerpo está activo es cuando más necesita de proteínas. Algunas personas prefieren algún producto animal en las mañanas, como puede ser huevo o un lácteo; otras prefieren mantener el desayuno vegetariano. Si es así, los cereales combinados con alguna legumbre (dos cucharadas de lentejas o un poco de germinado de soya es suficiente).


Cereales y legumbres, combinados, le dan al cuerpo todas las proteínas que necesita. 


El consumo de grasas también es importante, sobre todo si se realizan actividades intelectuales. Las grasas son el motor del cerebro. Puedes comer algunas nueces o una rebanada de pan con aceite de oliva.


5. Consume los mejores alimentos

Procura que tus alimentos sean integrales, orgánicos y de temporada. Si vas a comer huevo, hazlo con moderación, pero no comas sólo las claras: el colesterol no es tan malo como dicen. Y si quieres comer tocino o una hamburguesa, no comas seitán ni proteína hidrolizada de soya.


Muchas veces los sustitutos son igual o más nocivos que los originales. El aspartame hace más daño que el azúcar, y la proteína de soya es rica en glutamato monosódico.


Come mejor lo que te gusta, y come lo de la mejor calidad. Si quieres por ejemplo comer carne de cerdo, hazlo. No tiene nada de malo si lo haces, digamos, una vez al mes.


Si comes un sustituto, o algo de mala calidad, a veces crees que no te hace daño; entonces es más fácil comer en exceso.


6. Quédate con hambre

No hay mayor error que quedar satisfecho en el desayuno. Mientras todo mundo dice que el desayuno debe ser abundante y la comida más importante del día, muchas personas dinámicas se sienten cómodas tomando un desayuno frugal.


Esto es porque al no saciar el apetito, tienen más energía. Al tomar un desayuno completo y excesivo, pasamos buena parte de la mañana empleando energía para poder digerir todo lo que comimos.


Qué triste que a las 9 de la mañana, después de desayunar, quedes satisfecho. ¡Vive mejor un día con apetito, con ambición!


Puedes seguir el consejo para la felicidad del maestro Ohashi: come hasta el 80 por ciento, esfuérzate el 20.


7. Hidrátate bien

Circula por Internet que con sólo el 2 por ciento de deshidratación, sufrimos pérdida de memoria y dificultad para leer y realizar operaciones básicas.


La verdad, ignoro si este dato es verdad, pero el 90 por ciento de nuestro cerebro es agua y nuestros riñones hacen una labor maravillosa controlando los líquidos en nuestro cuerpo. Retienen y mandan hacia los riñones el excedente, junto con las toxinas de la sangre, y proveen de agua si las cantidades en la sangre escasean.


La renovación de la sangre aumenta hasta cuatro veces con el estrés, por lo que es importante que te mantengas hidratado. Puedes ponerle una rodaja de limón, toronja o naranja al agua para darle un toque de sabor.


Y de preferencia, toma agua de manantial.


8. Bájale a los lácteos

Si tienes problemas respiratorios, como asma, alergias o si te enfermas constantemente de la garganta por los cambios de clima, es probable que tus síntomas se agraven al tomar lácteos.
La leche contiene azúcares y proteínas que no nos nutren, sino que dañan el cuerpo, 


obstaculizando la absorción de nutrientes, promoviendo inflamación y acidificando la sangre (conoce más sobre los efectos de los lácteos en la salud).

No resuelvas estos problemas con leche deslactosada, porque estarías faltando a la regla 5. Simplemente reduce el consumo, o de ser posible, elimina los lácteos de tu dieta.


Los lácteos producen mucosidad y vuelven más pesado el trabajo del colon.


Si te resulta muy difícil adoptar una dieta sin leche y queso, prueba temporalmente los sustitutos, pero siempre de la mejor calidad. Eventualmente deberás encontrar alternativas nutritivas que se adapten a tus necesidades y estilo de vida.


9. Siéntate para desayunar

No desayunes para llenarte. Estás nutriendo a tu cuerpo, es un momento sagrado. Hazlo con agradecimiento, placer y reverencia. Siéntate para comer, hazlo tranquilo. Concéntrate en los alimentos. No desayunes viendo la televisión ni pensando en las actividades del día.


Disfruta la compañía de personas queridas, o de música relajante. Y si vas a comer enojado o deprisa, es mejor ayunar. Toma dos vasos de agua y vete al trabajo.


10. Mastica bien

Pocas personas entienden la importancia que tiene la saliva en la digestión. Masticar no se trata simplemente de reducir los alimentos, de cortarlos y machacarlos, sino de impregnarlos con enzimas que se ocuparán de digerirlos y de regular el PH de los alimentos durante todo el proceso de digestión.


La saliva tiene un PH ligeramente alcalino o básico, que contrarresta los niveles de acidez de los alimentos y de los ácidos del estómago. Mientras más mastiquemos la comida, menos ácida resultará para nuestro cuerpo, con lo que contribuimos a mejorar nuestra salud y reducir el riesgo de contraer enfermedades crónico-degenerativas.


Ten en mente que nunca se mastica demasiado.


11. Toma refrigerios

Comer entre comidas ayuda a mantener el nivel de azúcar en la sangre, y permite comer alimentos que no van bien juntos, como las frutas.


Si tienes la oportunidad, entonces haz cinco comidas al día. Es mejor comer muchas pequeñas cantidades que grandes porciones una o dos veces.


Sólo recuerda procurar que todas las veces que comas, tu comida sea la mejor. Sigue estos consejos y sé una persona sana.

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